viernes, 20 de enero de 2012

KASHMIR / Alberto Garrandés

De Kashmir, libro inédito de prosas poéticas.
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o querría ser el hoplita desnudo que se entrega a una cortesana del Barrio de los Embalsamadores / Un guerrero avezado en cicatrices y versos lujuriosos, pero digno en el padecimiento del deseo / He soñado que masticaba tu pleura, que lamía el hedor de tus riñones / he soñado que bebía tus orines y el semen que otros amantes olvidaron dentro de ti... / Yo querría inscribir mi cuerpo, en rojo sobre negro, sobre un ánfora rota, bien cerca de las fumarolas de Thera / Y que antes los alfareros hubieran contado mis historias de sangre, mis aventuras entre las mujeres de Creta, Lesbos y Alejandría / Yo sería muy alto, moreno como un dios intemperante, fuerte como un gimnasta devoto de Dionisos, y habría claridad en mi mirada...
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n la alberca poblada de cirios crecen fuertes los jazmines / No sé cómo rememorar toda esa aventura de mi cuerpo, ignoro por qué los dioses me vedan las palabras de antaño, cuando decirlas era tan fácil... / Sé que algo hubo con la sangre y las tóxicas alegorías del peligro, sé que las joyas de sus dedos tocaron mi glotis sin la hipocresía de la compasión / Mi báculo dejaba una huella, visible antes de que el aire de la noche trajera a su Novia: ¡la Nada vistiéndose con el encaje de las nubes! / Y ella palpaba mi frente y me sumía en el olvido / Pero yo soy el Amo de las Palabras y regresé a los escenarios manchados por la efusión y el delirio / Y este es el memorial de mi breve intrepidez.
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ero ¿dónde el meteoro, dónde los anatemas que cubrían mi cabeza? / ¿Se marcharon, irrecuperables, el brillo de la Flor Dorada, la niebla del rojizo té de cortezas? / Hubo un tiempo en que algunas piedras olieron como el aceite con que Lady Murasaki me ungía / Y me bañé en el oscuro enigma de su sexo, y canté el silabario de la semilla de su goce, y con mis manos amasé el polvo de la ruta de Kashmir... / En el alto acantilado desprovisto, donde la sobrevida no podrá alcanzarme, rogaré por el Pavor de la Belleza y los signos de la angustia / Mi memoria no escancia estas palabras / Pido perdón por la repentina pobreza de mi sangre...
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ero no soy un hoplita, no soy un gimnasta devoto de ningún dios / En mi mirada hay tan sólo un seductor desorden de brillos y negruras / O una espera, o una oración arcaica que la gente ya no reconoce, o un exvoto donde rebrotan las delicias que todos los hombres querrían recordar en el frío de la tumba... / Cierro los ojos y me veo desnudo, jugando a los dados con un esclavo egipcio / anoche retozábamos sobre el heno de la mazmorra / hoy vamos a combatir y no sabemos quién de los dos volverá de la arena, ensangrentado pero vivo, a beber licores baratos con las meretrices chipriotas que vinieron ayer / Dime al menos tu nombre, por si debiera recordarlo alguna vez en mis sueños de hombre libre...
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anzanas de Siria, membrillos otomanos, melocotones de Amán, jazmines de Aleppo, pepinos del Nilo, nísperos de Córdoba, limones de Egipto, y mirto, reseda, granadas, ¡y moscatel blanco!... Y huevos rellenos con pasta de cerezas, y confitura de naranjas, y almendras tostadas con ajíes, ¡y hojaldres de ámbar! Y almizcle rojo y peras alejandrinas e incienso glorificado por el menstruo de las prostitutas... / He aquí una cena de celebración en el borde de estas Prisiones Invisibles / Comeremos despacio, mientras el sol se pone / Comeremos donde nadie pueda vernos, rodeados de biombos, y quemaremos anís y ramas de alcanfor... / Después volveré a decir Espetar o clavar, espetar o clavar... hincar-meter-y-plantar...
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ero Lady Murasaki se ha puesto el kimono azul pálido y acaricia la punta de la espada / Siento el aroma de su respiración en la absenta, en el pelo de los gatos que se acercan a observarnos / ¿Dónde podré encontrar los limpios contornos de las figuras que proveen mi historia? / Para nombrar y expresarme... ¡O para soñar y callarme! / Mis alegrías terminan con las del caminante insensato / Soy un fantasma pueril y desnudo... Los demonios beben mi simiente y sus gargantas se iluminan como lámparas en el desierto / Soy un espectro elemental en la ruta de Kashmir.
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ALBERTO GARRANDÉS: La Habana, 1960. Es narrador, ensayista y editor. Ha publicado las novelas Capricho habanero (1998), Fake 2003 y Días invisibles (2009), así como los libros de relatos Artificios (1993), Salmos paganos (1996) y Cibersade (2001). Como ensayista ha publicado Ezequiel Vieta y el bosque cifrado (1993), La poética del límite (1994), Síntomas (1999), Silencio y destino (1996 y 2002), Los dientes del dragón (1999) y Presunciones (2005). Ha realizado varias antologías del cuento en Cuba, como Poco antes del 2000 (1998), El cuerpo inmortal (1998, segunda edición ampliada en 2005) y Aire de luz. Cuentos cubanos del siglo XX (1999, segunda edición ampliada en 2005). En 1996 ganó el Premio de Cuento La Gaceta de Cuba. Ha obtenido varias veces el Premio Nacional de la Crítica y en 2005 gana el Premio de Novela Plaza Mayor.
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1 comentario:

Ivonne N. dijo...

Confieso que me he acercado más a la ensayística que a la narrativa de A. Garrandés.Lo que de él he leído siempre me ha resultado interesante .Gracias por publicar estas prosas poéticas .